Con la inesperada llegada de la pandemia, nuestro modo de vida se ha visto modificado en gran medida. Este impacto ha tenido lugar en todas nuestras actividades del dÃa a dÃa. El cuidado de nuestra salud no ha quedado indemne frente a este hecho.
Debido a todas las medidas que se han implantado de forma obligatoria relativas al confinamiento de la población y al intento de frenar la expansión del virus, las visitas al médico de forma presencial se reducido enormemente. Bien por miedo de los pacientes o por no ser de carácter urgente, las consultas en los centros de salud, hospitales, etc han visto como disminuÃan las visitas que en principio no tuvieran relación con la COVID19.
Sin embargo, la vida más allá del coronavirus ha continuado, y la población ha seguido sufriendo las mismas patologÃas que antes de la pandemia, tanto las que aparecÃan por vez primera, como las que tenÃan carácter crónico. Por tanto, ha seguido, y sigue, siendo necesaria una atención médica individualizada a cada uno de nosotros.
Para dar una solución viable a esta situación, se ha utilizado, en la mayor medida posible la telemedicina. De una forma totalmente inesperada se han incrementado las consultas en la distancia, utilizando todo tipo de recursos telemáticos. De esta forma, muchas situaciones, dudas, etc. se han podido resolver sin necesidad del desplazamiento del paciente a la consulta médica.
Por tratarse de una forma de atención poco utilizada hasta el momento, habÃa reticencias sobre los resultados de la misma. Poniendo en una balanza la comodidad para todos, percepción del paciente, médico y sistema sanitario, asà como los objetivos logrados, se puede decir que el resultado ha sido positivo.
Ahora bien, la pregunta que se plantea en este momento es la siguiente ¿qué futuro tiene la telemedicina? Aún es pronto para saber si todos los implicados en el proceso (pacientes, médicos…) estarán dispuestos a seguir empleando este sistema de atención una vez que disminuyan los requerimientos de distanciamiento social, cuando pase la pandemia. La impresión general es que este crecimiento va a suponer el trampolÃn para que la telemedicina se lance de forma definitiva a ser una forma habitual de atención médico-paciente.
No debemos olvidar que aparte de las ventajas, como todo, también tiene inconvenientes. La cercanÃa humana entre el médico y el paciente es algo totalmente esencial para el éxito de un tratamiento. Y por supuesto, el hecho obvio de la necesidad del contacto directo con paciente, en muchas situaciones patológicas, para realizar un correcto diagnóstico y seguimiento.
Por tanto, con todos los detalles que tenemos a dÃa de hoy, podemos decir que de forma muy previsible la telemedicina ha llegado para quedarse y convivir con nosotros de manera habitual en el cuidado rutinario de nuestra salud.