El reciente anuncio de Roche relativo a la adquisición de Flatiron, empresa especializada en el registro de datos de salud oncológica y la generación de real world evidence, por 1.900 millones de dólares, es sólo un capítulo más de la crónica sobre una línea de desarrollo de negocio anunciada desde hace años por consultoras especializadas y diarios económicos de reconocido prestigio a nivel mundial, que anticiparon el potencial del Big Data como foco de inversión para la industria farmacéutica, y también para la de tecnologías sanitarias.
En abril de 2013, McKenzye publicaba un análisis titulado, How big data can revolutionize pharmaceutical, en el que avanzaban que «los resultados en la práctica real están ganando importancia para las compañías farmacéuticas, en tanto que los pagadores están imponiendo cada vez más esquemas de precio basados en valor, ante lo que los laboratorios deberían responder apostando por medicamentos con los que diferenciarse a través de la aportación de resultados en salud, como son las terapias dirigidas». No obstante, apuntaban que existía cierto temor en las empresas «a ser la primera», pese a que éstas comenzaban a percibir el valor de este enfoque.
Además de estas reticencias iniciales, Reuters veía algunas amenazas allá por 2015, cuando en un artículo titulado Big Pharma’s bet on Big Data creates opportunities and risks, apelaba a las advertencias de expertos en seguridad en torno a los riesgos de sustracción, por parte de los piratas informáticos, de la información médica, la cual, decían, «puede llegar a ser más valiosa en el mercado negro que los datos de una tarjeta bancaria, ya que los criminales pueden usarla para falsificar identidades y comprar equipos médicos o medicamentos que después pueden ser revendidos». A este respecto, aludían a una denuncia de Medtronic en 2014, sobre una supuesta pérdida de datos incluidos en registros de pacientes generados al abrigo de su negocio de diabetes como consecuencia de un ciberataque.
No obstante, el Finantial Times tenía claro, ya en 2017, que el futuro de las farma y, sobre todo, su capacidad para negociar precios iba a estar condicionada por la posibilidad de garantizar resultados y en el artículo Pharma turns to big data to gauge care and pricing apelaban incluso a las declaraciones de Jeremy Sohn, global head of digital business development and licensing de Novartis, en las que éste contaba que la suiza disponía ya de 1.200 empleados con formación en Matemáticas o Ingeniería para analizar datos y calcular el valor de los nuevos medicamentos, incluyendo en esos cálculos parámetros como la reducción de hospitalizaciones y el consiguiente ahorro de costes.
El problema era, según un análisis de Forbes (Why Investments In Big Data And Analytics Are Not Yet Paying Off), que a su vez hacía referencia al informe Broken Links: Why analytics investments have yet to pay off de la consultora ZS, el cual partía de una encuesta a 450 directivos de empresas americanas, entre ellas algunas farmacéuticas y de tecnología sanitaria, que aún no se habían terminado de trazar las vías de comunicación entre departamentos para que los datos estuvieran disponibles en el lugar y el momento oportuno para la toma de decisiones. No obstante, el estudio The Big Data in the Healthcare & Pharmaceutical Industry: 2017-2030. Opportunities, challenges, Srategies & forecasts de SNS Research estimaba que las inversiones de empresas del sector healthcare en Big Data iban a ascender a los 4.000 millones solo en 2017, con crecimientos anuales del 15% para los tres próximos ejercicios.
Usar el ‘real world evidence’ para tomar decisiones
Con el anuncio de Roche, ya se puede decir que, pese al reto que supone la necesidad de garantizar la confidencialidad de los datos, lo que antes eran estimaciones y predicciones se ha convertido realidad. En su comunicado, la firma suiza destacaba el bagaje de Flatiron en lo que respecta «al trabajo junto con empresas líderes y organismos reguladores de cara al desarrollo de nuevos esquemas para la utilización de real world evidence en la toma de decisiones regulatorias, incluido el diseño y la validación de nuevos endpoints». «Su trabajo en el ámbito de la práctica clínica y también en el académico, dentro del mercado estadounidense, le ha valido para desarrollar varios software que le sitúan en un lugar destacado para fomentar el uso de esa evidencia», continúan, y confirman que, pese a la adquisición, la intención es que Flatiron pueda seguir ofreciendo sus servicios a otras entidades.
Esta compra de Roche en el campo de los datos sucede a un anuncio de colaboración, protagonizado por Novartis en 2017, que implicaba el inicio de trabajos conjuntos con IBM-Watson para explorar el desarrollo de una solución que sirva para el uso de real world data y técnicas analíticas avanzadas «para ofrecer una información más completa en lo que respecta a los resultados que ofrecen las nuevas alternativas terapéuticas en cáncer de mama». En este caso, Novartis recordaba que Watson «disponía del sistema de computación más avanzado, el cual, ubicado en la nube, es capaz de analizar grandes volúmenes de datos, responder preguntas complejas en un lenguaje natural y proponer soluciones basadas en la evidencia».
Esta misma compañía ya había iniciado previamente una colaboración con la danesa Novo Nordisk, «con el fin de explorar las posibilidades para mejorar el cuidado de la diabetes a través de información generada en tiempo real» y «para usar el real world evidence generado con los tratamientos y dispositivos médicos» comercializados por este laboratorio en la citada área terapéutica.